Carta abierta de Cuerpos en Resistencia a Elizabeth Castillo, directora de Enfoque Diferencial de la
- Cuerpos En Resistencia
- 25 feb 2016
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Foto: Federico Rios; Tomada de: kienyke.com
Bogotá D.C., 25 de febrero de 2016
Doctora
ELIZABETH CASTILLO
Directora de Enfoque Diferencial
Secretaría Distrital de la Mujer
Asunto: Matrimonio Igualitario en Colombia
Respetada compañera:
Aunque el encabezado de ésta carta alude a usted como “Directora de Enfoque Diferencial de la Secretaría Distrital de la Mujer” (funcionaria del nefasto alcalde Peñalosa), me dirijo a usted también en calidad de “activista” (título que reclamó en la última Alianza por la Ciudadanía Plena de las Personas LGBT) con un solo fin: expresarle algunas opiniones sobre la aprobación del Matrimonio Igualitario en Colombia a una mujer tan determinante en ésa lucha.
Evidentemente usted sabe más que yo sobre estos temas. Llevamos años en esta pelea contra el Estado colombiano, que parece estar a punto de culminar, la cual usted y su organización (Grupo de Mamás Lesbianas) han protagonizado. Y digo “pelea” no solo por la confrontación con el Estado, sino también por la forma en que el movimiento social de disidentes sexuales y de género ha asumido este tema tan polémico tanto para integristas, que se oponen, como para los sectores sociales y políticos que lo respaldamos.
Indudablemente el derecho a conformar familias, casarse y adquirir derechos patrimoniales es violentado por un Estado que demuestra con creces que dista bastante de ser “Social de Derecho” y que más bien se acerca a la concepción franquista del procurador/inquisidor Alejandro Ordoñez: la de un Estado católico.
Existen algunos consensos entre las diferentes expresiones del movimiento social sobre éste tema entre los que sobresale la apuesta decidida de lesbianas, gais, bisexuales, personas trans y personas intersexuales en favor del Matrimonio Igualitario en tanto es una reivindicación del movimiento social a nivel mundial, y dado que su aprobación acaba de raíz con el “déficit de igualdad” existente entre parejas heterosexuales y parejas homosexuales.
Sin embargo, como en todos los sectores sociales, el compromiso con ciertas luchas tiene varios matices que nacen de la amplia diversidad ideológica y política que expresan la existencia de un movimiento social bastante plural.
Tal vez el debate no es si luchar o no luchar en favor de la aprobación del Matrimonio Igualitario en Colombia, sino la forma en que se ha adoptado éste tema en la estratósfera de la derecha gay y en los medios masivos de comunicación: pareciera que el único problema que tenemos (o al menos el más urgente) es no poder casarnos y así demostrarle a la sociedad heterosexual que somos “gente de bien”, que nos organizamos en pareja, adoptamos o concebimos hijos e hijas, vivimos felices y comemos perdices, asimilando enteramente un modelo familiar que ha perpetuado la exclusión durante varios siglos.
Lo cierto es que acá hay un debate sin saldar, que parece que se quedará así por la arrogancia de organizaciones de la élite gay que no se mezclan con “la chusma” (es decir, las organizaciones sociales y comunitarias de base cuyas preocupaciones son diferentísimas a “no poder casarse”). Usted sabe a quienes me refiero, usted conoce mis críticas a Colombia Diversa, organización con la cual usted parece comulgar al menos ideológicamente.
Es incluso descarada la forma en que Colombia Diversa se ampara en su poder mediático y en su influencia política para imponer su agenda sobre la del resto de organizaciones. La única vez que vi a Marcela Sánchez sentada con organizaciones sociales de base de los sectores LGBT fue hace casi tres años, en un espacio llamado “Comité de Impulso del Matrimonio Igualitario” en el que usted participó y yo también en representación del Colectivo León Zuleta (del cual me desvinculé hace dos años).
Si me preguntara ¿cómo me sentí? Yo le respondería que nunca me habían manoseado tanto, ni siquiera en Transmilenio. Un día después de que el proyecto de ley se hundió en el Senado de la República, Colombia Diversa regresó al curubito de poder que ha heredado de su presidente, el arribista Virgilio Barco Isakson, hijo del expresidente Barco (uno de los mandatarios menos liberal entre los “liberales”).
Mi apuesta éste año es la consolidación de una nueva organización que he venido construyendo gracias al apoyo y a la lucha de otros compañeros y compañeras desde hace aproximadamente un año. Nuestro bebé se llama Colectivo Cuerpos en Resistencia y poco a poco va dando pasitos que aunque pequeños, han sido contundentes. Se imaginará lo felices que estamos.
No somos un colectivo LGBTI, sino más bien una organización comunitaria que lucha por la emancipación sexual, de género y corporal. Esto nos hace bastante diferentes del resto de organizaciones sociales del movimiento y también nos ubica en un lado del espectro político a la hora de opinar sobre temas como el del Matrimonio Igualitario o la Adopción Homoparental.
Al ser una organización comunitaria nuestros miembros son personas con orientaciones sexuales e identidades de género no normativas que hacen parte de los sectores populares y que han vivido interseccionalmente la opresión sistémica. Nuestro manifiesto dice al respecto: “Somos las putas, las areperas, las travestis, las pirobas, los cacorros, las machorras, los maricones, las sidosas, las podridas, los cuerpos que se resisten a la clasificación normalizada”.
Nuestra organización está conformada por personas que hemos sido víctimas del conflicto armado en razón de nuestra orientación sexual e identidad de género, por personas que ejercemos o hemos ejercido prostitución o hemos sido explotadas sexual y comercialmente, por personas que vivimos con VIH o con SIDA, por personas en condición de discapacidad, y por otros y otras aliadas en ésta lucha contra la exclusión.
Si nos pregunta ¿qué resulta más urgente para nosotros y nosotras? seguramente nuestra respuesta es muy diferente a la que podría dar Colombia Diversa. Le diríamos con seguridad que estamos cansados y cansadas del constante atropello de la Policía Nacional y las Fuerzas Militares que abusan del poco poder que les suministra tener un arma y un uniforme, o que no soportamos más un sistema de salud que da una respuesta mediocre a temas como el VIH, las prótesis artesanales y la hormonización empírica en cuerpos trans, el acceso al sistema de seguridad social de quienes nos expresamos desde fuera de las fronteras de la heterosexualidad, y que ya no damos abasto con problemas como la explotación sexual comercial que ejercen poderosos grupos paramilitares en localidades como Los Mártires, Chapinero y Kennedy.
Y si hablamos de lo que opinamos sobre el Matrimonio Igualitario le diría que estamos a favor, que nos movilizaremos siempre en respaldo a ésta y otras reivindicaciones del movimiento social, nunca en contra, pero que hacemos un llamado urgente a “no montarnos en el caballo antes de ensillarlo”, queriendo decir que nos demos los debates que nos debemos sobre el tema de “la familia”, sobre la construcción de agendas conjuntas que hagan más estratégica la lucha y que visibilicen otras necesidades, y sobre cuáles serán nuestros aportes y nuestras exigencias al Estado y a la insurgencia en el posconflicto.
Hoy nuevamente la Corte Constitucional analizará la demanda que permitiría a parejas no heterosexuales celebrar sus matrimonios con todos los efectos de tal vínculo y con el título de “Matrimonio Civil”. La Corte ya ha aplazado mucho ésta decisión, y le confieso que a mí también me urge que se apruebe, no para casarme, no creo en una institución en decadencia, heterosexual, patriarcal y medio católica.
Me urge que se apruebe el Matrimonio Igualitario porque me siento ansioso por participar de un movimiento social que centre sus discusiones en un tema diferente a éste, a ver si superando la cuestión de la “familia igualitaria” podremos enfocar nuestros esfuerzos en las verdaderas problemáticas de las personas LGBTI en las regiones, en los campos y en las barriadas a donde la alegría de celebrar casamientos no llegará tal vez nunca: ¿quién se podría casar en éste país sin tener al menos con qué comer y donde vivir dignamente? No creo que muchos o muchas, tal vez algunos y algunas.
No siendo más por ahora agradezco su atención, espero que podamos intercambiar opiniones sobre éste y otros temas. Un fuerte abrazo.
ERICK FELIPE CABRERA MOCETÓN
Portavoz – Colectivo Cuerpos En Resistencia
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